Las personas con discapacidad experimentan las mismas cuestiones acerca de la sexualidad que cualquier otra persona y, por su carácter de tal, tienen idénticos derechos afectivos y sexuales. Padres, madres, y familiares cercanos, en muchas ocasiones niegan la sexualidad de su hijo, hija, o pariente, incluso minimizan sus manifestaciones sexuales. Otros en cambio se interesa por saber cómo y cuándo hablar del tema. Hay quienes se angustian y asustan ante la posibilidad de que se les brinde información al respecto. De hecho, uno de los temores más reiterados es el miedo a que sea despertado su interés sexual. Sin embargo, son varias las razones que justifican la necesidad de brindar una educación afectiva y sexual. Cuando brindamos educación sexual, estamos facilitando saberes que tienen que ver con aspectos biológicos corporales, afectivos, cognitivos y relacionales. Y allí, en lo relacional, es donde la figura de los acompañantes terapéuticos y profesionales que acompañan en integraciones escolares y laborales a las personas con discapacidad, juegan una función de apoyo fundamental. Ya que estarán dando oportunidades al desarrollo armonioso en lo social de la vida sexual de la persona a la que están acompañando
Prof. María Marta Castro Martín