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La perspectiva de género
de Maria Marta Castro Martín - jueves, 24 de mayo de 2018, 10:57
 

Pintura figurativa de Fernando Botero.Pintor,escultor y dibujante colombiano.

El concepto de género se refiere a una determinada construcción sociocultural organizada a partir de la diferencia sexual. Erróneamente suele identificarse género con mujer, cuando se trata de una categoría que comprende a hombres y mujeres con el fin de entender cuál es la lógica de construcción de sus identidades, mejor dicho, las posiciones subjetivas y sus relaciones. De manera inicial podemos decir que esta perspectiva de análisis permite comprender cómo se organizar la vida en sociedad, cuáles fueron sus raíces históricas y para qué se asume una determinada distribución de roles y expectativas en cuanto a qué es ser hombre y qué es ser mujer. Cabe preguntarse para qué fue necesario acuñar esta categoría de análisis. Históricamente se planteó que de las diferencias sexuales anatómicas entre hombres y mujeres se desprenden naturalmente modos de sentir, pensar, comportarse opuestos (feminidad-masculinidad). En la década del 60, los estudios de género, apelando al constructivismo social, acuñaron la categoría de género a fin de denunciar las relaciones de poder entre hombres y mujeres; relaciones de poder (en ocasiones, de dominación) configuradas sobre la idea de una "verdad natural". La frase célebre de Simone de Beauvoir, "no se nace mujer, se llega a serlo" resumió, en principio, la operatoria opresiva de un modelo de inteligibilidad cultural del sexo. El concepto de género hace referencia, entonces, a esas simbolizaciones (invenciones, narrativas) producidas por las culturas respecto de qué significa ser hombre y mujer. Se trata de una categoría de análisis relacional que posibilita la descripción y el análisis explicativo del ordenamiento del sistema de relaciones sociales, así como la significación de las relaciones entre mujeres y varones, que son percibidas como un orden natural desde la vida cotidiana de las personas. Esa naturalización de las relaciones entre mujeres y varones genera un fenómeno de invisibilización del carácter sociocultural y, por tanto, histórico de la desigualdad, vivida como “diferencia de sexos”. El género permite analizar cómo se distribuye el poder en las relaciones sociales, en sus expresiones en los niveles micro y macrosociales. Esa relación supuestamente lineal entre sexo-género se significa generalmente dentro de la heterosexualidad, como práctica sexual ligada a la procreación y la familia. Por ello se habla de “heteronormatividad”, es decir: la heterosexualidad es construida como norma y normalidad. Históricamente, la mujer ha sido definida como ser-para-otro, y se le han permitido unos pocos y desventajosos lugares aceptables, todos ellos ligados a la complacencia del deseo y las expectativas ajenas. Entre ellos, la maternidad, y, su opuesto, un mero objeto sexual. Mucho se habla de la tríada madre, esposa, ama de casa. A ello, hoy en día se le suma el trabajo que las mujeres debemos asumir en el ámbito público a partir de su incorporación al mercado laboral remunerado. Y en esta distribución de roles, los varones también sufren presiones sociales cuando se espera que sean el “macho” proveedor, siempre listo, audaz, fuerte y racional, entre tantas otras cosas. Muchas veces, estas expectativas sobre mujeres y varones limitan la potencialidad de las personas construyendo como no posibles otros proyectos de vida, otras formas de ser y estar con otros.

María Marta Castro Martín Sexóloga

Educativa Acreditada por FESEA