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LA SEDUCCIÓN FATAL.
de Maria Marta Castro Martín - lunes, 9 de marzo de 2015, 22:51
 

LA SEDUCCIÓN FATAL. IMAGINARIOS ERÓTICOS DEL SIGLO XIX

En esta exposición, se exhiben alrededor de 65 obras de pintura y escultura, además de grabados, fotografías e impresos, reunidas en los siguientes núcleos:  Erotismo y violencia: el rapto;  Prisioneras y cautivas; Desnudo, voyeurismo y trasgresión; Seductoras fatales y musas modernas.Esta selección permite contemplar obras de artistas europeos y argentinos - incluyendo al uruguayo Juan Manuel Blanes-  del siglo XIX para considerarlas en conjunto, siguiendo el hilo de la imaginería erótica de Occidente en el arte y en el gusto de los coleccionistas y públicos argentinos, con sus sincronías y divergencias.
 
Se intenta transformar su carácter de “obras de arte de museo”, según una nueva mirada, vinculándolas con otras manifestaciones de la cultura de su tiempo como elementos visuales que dieron forma al deseo, como manifestaciones del universo ideológico y mental en el que se inscribieron.
 
La extraordinaria colección de obras del siglo XIX del Museo Nacional de Bellas Artes en Buenos Aires no ha sido hasta ahora puesta en escena con una mirada crítica que la vincule con las grandes tradiciones del erotismo en Occidente.
 
Se trata de una colección particularmente rica en pintura y escultura de fines del siglo XIX y la primera década del XX, el momento en que fue creado el museo y los coleccionistas porteños de la Belle Époque adquirían las obras de arte europeo que irían a enriquecerlo. Gran parte de las obras exhibidas en sala central de la planta baja y en la sala dedicada a los primeros artistas nacionales modernos, se inscriben en los tópicos hegemónicos consagrados y admitidos en relación con la mirada y el deseo masculinos sobre el cuerpo de las mujeres.
 
Aunque buena parte de las obras que hemos reunido aquí fue realizada en Europa, en un nuevo ámbito sus significados variaron: nuestra mirada situada en la Buenos Aires de fin de siglo las desplaza a un escenario distinto, donde se tramitaron de otros modos las novedades y las tradiciones europeas, así como las relaciones de género, raza y clase implícitas en las formas del erotismo que esas obras pusieron en escena.

En ese sentido, hay aquí una invitación a pensar sincrónicamente los distintos circuitos y públicos para este tipo de representaciones y la incipiente cultura de masas en la ciudad: los grabados y libros de lujo, la fotografía, la caricatura política, la publicidad en las primeras revistas ilustradas, el cine, la milonga y el tango. A partir de esos cruces, resulta evidente la fluidez con que las imágenes, los símbolos, las formas de pensar y sentir circularon entre la cultura de las elites y la de las clases populares, en una ciudad que por esos años alimentó una fama mundial de ser tan bella y seductora como peligrosa.
 
Así, en ese cruce, las obras consagradas por la “alta cultura” se verán por un instante desplazadas de la lógica del Museo aun dentro de sus muros: un cierto desenmascaramiento invitará a mirarlas de nuevo junto a otras manifestaciones culturales que, en sincronía y en sintonía con ellas pero fuera del museo, fueron consideradas pornográficas y “peligrosas”. En ese contexto ampliado pretendemos desnaturalizar sus implicancias eróticas, proponiendo a los espectadores nuevos lugares críticos desde donde observarlas.
 
Esas obras hablan de un gusto predominante en las colecciones argentinas por el erotismo suave y refinado de artistas como William-Adolphe Bouguereau o Jules Lefebvre, de una cierta predilección por motivos eróticos orientalistas de algún modo vinculados con la historia local, y de algunos gestos disruptivos fuertes, tanto por parte de los artistas – el ejemplo paradigmático es Eduardo Sívori- como de algunos coleccionistas argentinos. Todo ello fue dando forma a la cultura de una elite que procuraba instalar en Buenos Aires los hábitos y gustos de una modernidad urbana europeizada, pero también a un nuevo ordenamiento de los cuerpos, del deseo y de las relaciones de género.
 
Eduardo Schiaffino es el protagonista clave de esta historia: desde sus propios desnudos modernos y simbolistas, sus intervenciones como crítico en varios periódicos, y su permanente batalla por el arte moderno como formador de colecciones para el Museo Nacional, fue él sin duda quien más contribuyó a construir un escenario para el arte nuevo –con el desnudo femenino como punta de lanza – en Buenos Aires.
 
Gracias a la iniciativa de la Biblioteca Nacional de convocar a destacados escritores contemporáneos para escribir sobre las obras de esta exposición, tenemos la oportunidad de acercarnos al estímulo tanto intelectual como sensible que ellas siguen ejerciendo sobre este grupo selecto de hombres y mujeres de nuestra cultura, lo cual habla de la persistencia de sus poderes.
 
La exposición cuenta con el generoso apoyo, como es habitual, del Ministerio de Cultura de la Nación y también de la Asociación Amigos del MNBA.
 
Visitas guiadas a la exposición:
Martes a domingo a las 18.00 hasta el 15 de marzo del 2015

Estuve el sábado 7 de marzo, y me encantó. En el archivo podrán leer un texto sobre la temática.

Prof. María Marta Castro Martín

Sexóloga Educativa